10/07/2015

Arcoiris.

Hoy recibimos una llamada alertando del atropello de un galgo cachorro en la carretera que estaba acurrucado al borde de la carretera, inmóvil y con una pierna rota.
Esto fue lo que dijo la persona que nos llamó, en nombre de una tercera persona que vio la escena.Inmediatamente fuimos a buscarlo, recorrimos una y otra vez la carretera de servicio que discurre a lo largo de la carretera principal, pero no pudimos ver nada.Finalmente decidimos tomar de nuevo la carretera principal y mirar desde otro punto de vista, y después de unos kilómetros, descubrimos un rastro de sangre en la carretera, una gran cantidad de sangre, pero ningún perro.Volvimos entonces a la carretera de servicio, tomando la entrada a la carretera principal hasta llegar al punto en el que pensamos que ocurrió el incidente.Lo siguiente que vimos, nos horrorizó. Manchas de sangre que parecían poder explicarse no al atropello de un solo perro, sino de varios o al atropello de un animal más de una vez. Ningún cuerpo.Un primer impacto en el carril rápido y señales de arrastre hasta la orilla de la carretera.Unos metros más adelante, siempre en el carril rápido, signos de otro impacto y la nueva marca de arrastre hasta el borde de calzada: trozos de piel, fibras, sangre en zigzag a lo largo del borde de la calzada, por metros y metros, hasta desaparecer. Ningún cuerpo.Creímos que el personal de servicio de la autopista habría retirado el cadáver, pero antes decidimos comprobar en unos arbustos un poco más lejos.Y lo encontramos, horriblemente herido, roto, degollado, muerto recientemente. Caído o arrojado a un arbusto, como basura.







 Le llamamos Arcoiris.
El Arcoiris de hoy es sólo uno, pero fuera hay muchos más. Arcoiris, llegó y se fue sin que nadie lo sintiera, o tomara responsabilidad de su vida y muerte ...¡Cuántas personas son responsables de su muerte!Su galguero, en primer lugar, que lo abandonó a su suerte al condenarle.Todos aquellos que lo han visto vagar sano, o herido, los que lo vieron herido durante la madrugada y dejaron pasar horas antes de pedir ayuda, los que lo vieron herido sin hacer nada en absoluto, los que lo atropellaron por primera vez dejándolo en agonía, o incluso arrastraron su cuerpo vivo hasta el borde de carretera, los que lo vieron acurrucado sufriendo, los que lo atropellaron por segunda vez y lo arrastraron roto, ensangrentado, despojado, aterrorizado. ¿Quién no ha colaborado en su muerte?Yo, que no lo he visto, no puedo sacar de mi cabeza la idea de ese pobre pequeño reyezuelo, acurrucado, asustado, enfadado.No puedo dejar de pensar en el dolor y el miedo crecientes que debió haber sentido a medida que las horas pasaban sin que nadie le ayudara. No puedo quitarme de encima la culpa de no haberle ayudado, y me pregunto qué clase de persona puede atropellar y dejar agonizar a otro ser vivo de esta manera, y vivir en paz.Bienvenidos al comienzo de la temporada de caza, España 2015.
Simonetta