La frase es
muy llamativa, pero dejad que os la explique contando nuestro último
viaje al norte. Yo conducía con Simonetta, todo iba bien, pasamos por París, el
tiempo era bueno excepto algo de lluvia, pero al llegar a Bélgica todo cambió.
La lluvia se convirtió en nieve y hielo, las temperaturas bajaron muchísimo, no
aparecieron las máquinas quitanieves, la carretera estaba congelada y la pobre
Simo entró en pánico. Como no se atrevía a seguir conduciendo, paramos y la
relevé al volante. Tengo que decir que ella se llevó la peor parte, pero al
final llegamos a nuestro destino sanos y salvos. Por la tarde fuimos comprar
árboles, bueno, fuí yo ya que Simo se quedó trabajando en casa. Después cenamos,
nos fuimos a dormir y el lunes por la mañana disfrutamos de un desayuno maravilloso
en casa de Hellen, como siempre, rodeados de un montón de perros. Al salir
fuera las cerraduras de la furgo estaban congeladas, pero media hora y mucha
paciencia después pudimos salir y emprender el viaje de regreso. Lo malo es que
no pudimos abrir la parte trasera de la furgoneta, así que colocamos todo en la
parte delantera: nuestro equipaje, las donaciones y cuatro orquídeas que compré
el día anterior y que metí dentro de casa, el resto de mis compras y las de
Simo iban detrás, así que comenzamos la vuelta. El tiempo era bueno, hacía frío
pero estaba soleado, así que condujimos por la parte limpia de la carretera. Al
llegar a Francia y en el primer peaje, ocurrió lo que nunca: la policía de
aduanas nos paró y por esto digo que Dios es un miembro de Scooby. Hemos hecho montones de viajes totalmente
sobrecargados con donaciones y a veces con medicamentos, corriendo el riesgo de
una enorme multa y nunca nos han parado, pero esta vez, cuando nos detuvieron, todo estaba
perfectamente en orden. Así que no pasó absolutamente nada y pudimos continuar
nuestro viaje sólo con una breve discusión acerca de cuál es mejor navegador, si su Tom-Tom o mi Garmin. Así que si Dios no
es un miembro de Scooby, por lo menos
tenemos un ángel de la guarda cuidando de nosotros.
Besos, lametones y abrazos de todos: galgos en
adopción, los otros perros y gatos también en adopción y el resto de nuestros
animales del santuario.
Ah! y
no te olvides de hacernos una donación. Sin tu ayuda nada es posible.
Fermín
P.S.: Por cierto, a todo esto, sólo hubo pequeñas pérdidas, ya que las
plantas aromáticas que compramos Simo y yo, -basílico, orégano y salvia-, no
sobrevivieron a la noche helada dentro de la furgoneta.