10/26/2017

MI ESTANCIA EN SCOOBY COMO VOLUNTARIA.


  El pasado mes de julio viví la triste pérdida de mi amado galgo. El dolor que sufrí superaba todos mis recursos emocionales. Lo sentí como si hubiera perdido un hijito. Desde hace años, llevo siguiendo el blog de Scooby, entre otros de galgos, pues es una raza que me fascina y me preocupa a partes iguales. Sentí la necesidad de reconducir todo ese dolor hacia algo constructivo, en vez de caer en bucle. Vi esperanza en hacer un voluntariado y me disteis esa gran oportunidad. Le agradezco a Irene todo el trámite y la información para emprender esta aventura.
Tras una difusión entre mis conocidos y una gran recogida,  preparé equipaje y salí de Barcelona para Medina del Campo la segunda semana de agosto, con gran ilusión y casi 8 horas de conducción. Me había preparado una lista de perretes, pues mi intención era adoptar, para que el lugar que dejó Lukas le diera oportunidad a otro animal igual de necesitado.
A la llegada, me encontré con la amabilidad y templanza personificada que es Pablo Ordax, jefe del refugio,  a pesar de su estresado trabajo. Me hizo un tour rápido y me dio unas instrucciones precisas para que pudiera desenvolverme.
Me instalé en una de las caravanas y…. al trabajo. Había que preparar la comida para los chuchitos. Ayudé a Andrés, trabajador muy amable y simpático a preparar y a repartir comida y rellenar los cubos de agua. Mi primer contacto con los animales de Scooby. Tantísimos, tan demandantes de atención, de cariño, de comida… Pero había que ir por faena.
Al día siguiente conocí a Ana Merino, voluntaria de Scooby. Ella vive para y por los perretes. Su entrega hacia los animales es encomiable. Después de mis tareas de limpieza,  tuvo la paciencia y la amabilidad de permitirme acompañarla a su tradicional repartición de chuches y salchichas e irme informando sobre los perros que yo tenía en la lista y de otros que demandaban mi atención. Durante la limpieza del patio 2 se me había acercado una galguita muy tímida, era una de las débiles de esa manada. Claudia, me dijo Ana que se llamaba. Yo no la tenía en la lista porque es jovencita y no hacía mucho que estaba en el refugio, pero sin yo ser consciente ya me había robado el corazón.
Los siguientes días, más y más limpieza, preparación de comida, todo un arduo trabajo pero con la mayor energía  posible porque todos, tanto trabajadores como voluntarios, se emplean a fondo para realizar estas tareas, reflejo del amor y respeto que sienten hacia los animales. Lo principal son los animales, he podido comprobar que hay  2 máximas: ALIMENTACION Y LIMPIEZA, pero todo ello no de forma mecánica, sino con AMOR.
Al finalizar cada jornada, a solas, he llorado mucho porque esto te supera, te das cuenta de la crueldad humana por abandonar y maltratar a nuestros animales, pero a la par también existe esa grandeza del otro humano, el que tendría que prevalecer.  También me llevo, escenas de la ternura más absoluta de algunos de los animales que se me acercaban y también mordiscos en el trasero y en los cordones de las deportivas en el patio de los cachorros, ronroneos y mimos de los gatitos en el garden. Me llevo un recuerdo especial del patio 4F (mi patio “feliz”),  donde todos se llevan bien y de mi adorado Paci, que deseo y espero encuentres un hogar pronto.
He podido conocer a gente increíble, como Cristina, que es la “ñapas” del refugio, pensando ya en el invierno y reforzando los cheniles para que los perretes no pasen frío.
Gracias, CRISTINA. Gracias ANA por tu labor, dale un beso a Lot, que aún me arrepiento de no haber podido llevármela. GRACIAS PABLO por tu gran paciencia y serenidad ante mis preguntas. Gracias a Irene, que aunque estaba de vacaciones, se ha ido preocupando por mi durante toda mi estancia. Gracias a Gonzalo, el vete, por su gran paciencia y buen humor ante la adversidad. Gracias a las voluntarias suizas, encargadas del garden, por su simpatía. Gracias a Lucy y Vanessa, voluntarias belgas, por sus amables conversaciones. Gracias a Marcos, a Oscar, al “otro” Pablo y a Celio por compartir horas partiendo pan y preparando los cubos. Gracias a Hoover y a la otra compañera de la oficina por facilitarme la estancia.
Gracias por permitirme adoptar a esta linda galga, CLAUDIA, que cada día progresa y es más feliz y yo con ella. Gracias a SCOOBY en conjunto por ser lo que sois, un SANTUARIO para los animales. Hasta que no conoces este maravilloso lugar, no alcanzas a comprender esa denominación que empleáis con tanto acierto.
Me marché con el corazón dividido en dos, pena por dejar atrás a todos animales, pero sobre todo, ESPERANZA. Porque seguiréis luchando por ellos. INFINITAS GRACIAS ES POCO. MIS MEJORES DESEOS desde Barcelona.
Isabel
(Si estas interesado en hacer voluntariado como Isabel, escríbenos a  voluntarioscooby@gmail.com (Español) / volunteering@scoobymedina.org (Otras lenguas)