El pasado mes de julio viví la triste pérdida
de mi amado galgo. El dolor que sufrí superaba todos mis recursos emocionales.
Lo sentí como si hubiera perdido un hijito. Desde hace años, llevo siguiendo el
blog de Scooby, entre otros de galgos, pues es una raza que me fascina y me
preocupa a partes iguales. Sentí la necesidad de reconducir todo ese dolor
hacia algo constructivo, en vez de caer en bucle. Vi esperanza en hacer un
voluntariado y me disteis esa gran oportunidad. Le agradezco a Irene todo el
trámite y la información para emprender esta aventura.
Tras una difusión entre mis conocidos y una
gran recogida, preparé equipaje y salí
de Barcelona para Medina del Campo la segunda semana de agosto, con gran ilusión
y casi 8 horas de conducción. Me había preparado una lista de perretes, pues mi
intención era adoptar, para que el lugar que dejó Lukas le diera oportunidad a
otro animal igual de necesitado.
A la llegada, me encontré con la amabilidad y
templanza personificada que es Pablo Ordax, jefe del refugio, a pesar de su estresado trabajo. Me hizo un
tour rápido y me dio unas instrucciones precisas para que pudiera
desenvolverme.
Me instalé en una de las caravanas y…. al
trabajo. Había que preparar la comida para los chuchitos. Ayudé a Andrés,
trabajador muy amable y simpático a preparar y a repartir comida y rellenar los
cubos de agua. Mi primer contacto con los animales de Scooby. Tantísimos, tan
demandantes de atención, de cariño, de comida… Pero había que ir por faena.
Al día siguiente conocí a Ana Merino,
voluntaria de Scooby. Ella vive para y por los perretes. Su entrega hacia los
animales es encomiable. Después de mis tareas de limpieza, tuvo la paciencia y la amabilidad de permitirme
acompañarla a su tradicional repartición de chuches y salchichas e irme
informando sobre los perros que yo tenía en la lista y de otros que demandaban
mi atención. Durante la limpieza del patio 2 se me había acercado una galguita
muy tímida, era una de las débiles de esa manada. Claudia, me dijo Ana que se
llamaba. Yo no la tenía en la lista porque es jovencita y no hacía mucho que
estaba en el refugio, pero sin yo ser consciente ya me había robado el corazón.
Los siguientes días, más y más limpieza,
preparación de comida, todo un arduo trabajo pero con la mayor energía posible porque todos, tanto trabajadores como
voluntarios, se emplean a fondo para realizar estas tareas, reflejo del amor y
respeto que sienten hacia los animales. Lo principal son los animales, he
podido comprobar que hay 2 máximas:
ALIMENTACION Y LIMPIEZA, pero todo ello no de forma mecánica, sino con AMOR.
Al finalizar cada jornada, a solas, he llorado
mucho porque esto te supera, te das cuenta de la crueldad humana por abandonar
y maltratar a nuestros animales, pero a la par también existe esa grandeza del
otro humano, el que tendría que prevalecer.
También me llevo, escenas de la ternura más absoluta de algunos de los
animales que se me acercaban y también mordiscos en el trasero y en los
cordones de las deportivas en el patio de los cachorros, ronroneos y mimos de
los gatitos en el garden. Me llevo un recuerdo especial del patio 4F (mi patio
“feliz”), donde todos se llevan bien y
de mi adorado Paci, que deseo y espero encuentres un hogar pronto.
He podido conocer a gente increíble, como
Cristina, que es la “ñapas” del refugio, pensando ya en el invierno y
reforzando los cheniles para que los perretes no pasen frío.
Gracias, CRISTINA. Gracias ANA por tu labor,
dale un beso a Lot, que aún me arrepiento de no haber podido llevármela.
GRACIAS PABLO por tu gran paciencia y serenidad ante mis preguntas. Gracias a
Irene, que aunque estaba de vacaciones, se ha ido preocupando por mi durante
toda mi estancia. Gracias a Gonzalo, el vete, por su gran paciencia y buen
humor ante la adversidad. Gracias a las voluntarias suizas, encargadas del
garden, por su simpatía. Gracias a Lucy y Vanessa, voluntarias belgas, por sus
amables conversaciones. Gracias a Marcos, a Oscar, al “otro” Pablo y a Celio
por compartir horas partiendo pan y preparando los cubos. Gracias a Hoover y a
la otra compañera de la oficina por facilitarme la estancia.
Gracias por permitirme adoptar a esta linda
galga, CLAUDIA, que cada día progresa y es más feliz y yo con ella. Gracias a
SCOOBY en conjunto por ser lo que sois, un SANTUARIO para los animales. Hasta
que no conoces este maravilloso lugar, no alcanzas a comprender esa
denominación que empleáis con tanto acierto.
Me marché con el corazón dividido en dos, pena
por dejar atrás a todos animales, pero sobre todo, ESPERANZA. Porque seguiréis
luchando por ellos. INFINITAS GRACIAS ES POCO. MIS MEJORES DESEOS desde
Barcelona.
Isabel